El viaje en moto del Che Guevara a través de América Latina como estudiante de medicina sigue siendo un momento importante en la historia de la resistencia anticolonial, incluso a 91 años de su nacimiento. Este viaje lo llevaría a Cuba y a la revolución.
Los viajes tienen un gran impacto en la historia humana. Han cambiado el entorno en más de una ocasión, desde el paseo de medianoche de Paul Revere hasta el regreso de Napoleón Bonaparte de su exilio en Elba.
Pero cuando un joven Ernesto Guevara, más tarde conocido como 'Che', emprendió un viaje en moto por América Latina con su amigo Alberto Granado en 1951, comenzó lo que se convertiría en uno de los viajes modernos más famosos de todos.
En la carretera
Proveniente de Argentina, Guevara dejó Buenos Aires como un joven de 23 años listo para una carrera en investigación médica. Regresó nueve meses después como un revolucionario político, ansioso por dedicar su vida a la liberación del Tercer Mundo.
Mientras recorría el continente, desde Argentina pasando por Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Panamá, Guevara se enfrentó de frente con la mano pesada del imperialismo estadounidense.
La verdad del sometimiento de América Latina llegó a Guevara de una manera profundamente humana, a través de las personas que conoció mientras viajaba en su moto temperamental, sarcásticamente llamada La Poderosa por sus pilotos.
El joven Che se encontró con la crueldad del colonialismo económico en los rostros cubiertos de polvo de los mineros de cobre chilenos, que trabajaban en condiciones horribles en las minas propiedad de estadounidenses por salarios de hambre.
Y en los moretones y las historias de guerra de un comunista perseguido que luchaba por sobrevivir en el Desierto de Atacama, Che descubrió la injusticia y la violencia descarada de la política exterior estadounidense en América Latina, que apoyaba a dictadores militares fascistas en todo el continente siempre y cuando aplastaran sin piedad a los sindicatos y otros movimientos de izquierda.
El viaje de Che estuvo lleno de encuentros como estos, y juntos lo transformaron.
El compañero Che se une a la revolución
Regresó a Buenos Aires temblando por las injusticias que había presenciado y decidido a hacer algo al respecto. Había dejado atrás la ambición moderada de convertirse en un respetado médico argentino; el futuro de Che era ahora el de un revolucionario. De hecho, después de solo unos meses de regresar a Buenos Aires, estaba de nuevo en la carretera en busca de una causa a la que servir.
Después de apoyar al gobierno revolucionario de Guatemala de Jacobo Árbenz (derrocado en 1954 por un golpe orquestado por Estados Unidos), Guevara se encontró en la Ciudad de México.
Allí, en el verano de 1955, Che conoció a un grupo de disidentes cubanos, exiliados por el tirano respaldado por Estados Unidos, Fulgencio Batista.
Liderados por un joven abogado llamado Fidel Castro, los cubanos le preguntaron a Che si se uniría a su misión de regresar a Cuba y liberar el país del colonialismo de una vez por todas.
El resto, como dicen, es historia.
Y esta historia, la del hombre que, mientras liberaba a Cuba con una barba desaliñada y una boina, se convirtió en un ícono de la resistencia humana junto a Mandela y Gandhi, comenzó con un viaje por las vastedades de América Latina.
Encontrando significado en el viaje
El viaje de Che, retratado de manera memorable en la película diarios de motocicleta de 2004, no solo nos enseña sobre los orígenes de sus creencias revolucionarias, sino que también apunta hacia una forma más inspirada de viajar por nuestro entorno moderno.
El viaje cambió a Che no por sí solo, sino porque cuando llegaba a un nuevo lugar, no solo intentaba verlo, sino comprenderlo.
Más que una oportunidad para hacer turismo, el estudiante de medicina con ojos bien abiertos y futuro revolucionario siempre estaba atento a las señales de desigualdad e injusticia a su alrededor.
Quizás si más de nosotros nos moviéramos por el entorno de esta manera, el fin de la explotación por el cual Che finalmente dio su vida podría llegar más temprano que tarde.
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